viernes, 24 de marzo de 2017

Como un cuento...


   Un frío y tormentoso día de enero de 1951; me dirigía a casa de tía Consuelo, llorando a lágrimas vivas... En cuanto mi tía abrió la puerta y me encontró desconsolada -me preguntó que me pasaba- Le dije que no me quería ir con mamá y papá; que me quería  quedar con ella. Mi tía me hizo entender con sus sabias palabras; que era imposible en ese momento, pero que con la caída de la primavera me estaría esperando. Ese era nuestro secreto, pasar el verano juntas. Yo me quedé más conforme, más tranquila y menos angustiada. Ya que separarme de tía Consuelo, era la peor experiencia que había vivido en mis dieciséis años de vida. 
   La situación española, obligó a mi familia a viajar a Bruselas, donde papá había encontrado trabajo; pero yo aún no entendía nada; ya que lo único que quería era quedarme en mi tierra, no entendía porque tenía que dejar mi casa, mis cosas, mis amigas, todo... 
                       
            Cinco meses después.

   Después de pasar por Bruselas y terminar en Francia; por fin llega la primavera. Estaba loca por volver a mi tierra y estar con tía Consuelo, poder ver a mis amigas, a mis primas, poder dormir en mi habitación con mis cosas de siempre... La felicidad que sentía y la emoción era incalculable. Estaba cansada de mudarme de un sitio a otro. Echaba de menos mi hogar. 

   Al llegar a mi pueblo querido, Pedraza de la Sierra. Me sentía feliz, por fin ese olor inconfundible, esas preciosas calles y por fin caras conocidas...
Todos en el pueblo nos recibían con mucha alegría.
   Llegamos a casa y allí estaba tía Consuelo esperándonos. No pude aguantar la emoción y ambas llorábamos como niñas...

- ¡Qué bonita estás Carmen! ¡Qué mayor! Eres toda una señorita. Parece mentira que en tan pocos meses hayas cambiado tantísimo.



   Pasamos todo el día juntas, más tarde llegaron mis amigas y nos fuimos a la plaza del pueblo para hablar tranquilas. No podía asimilar que en tan poco tiempo ya todas tenían sus respectivos novios. Me contaban super emocionadas como se les declararon, el primer beso... María era la única que aún se veía a escondidas. Las demás ya estaban pedidas en compromiso.

- ¿Y tú Carmen? Cuéntanos algo... Con esa ropa de firma francesa que traes, seguro que has conquistado algún galán por ahí. 

   Me preguntó Encarna, la más curiosa de las tres, pero yo; no tenía nada que contar, al menos de lo que ellas esperaban. Les estuve explicando todos lugares que había visitado y todas las ciudades que había conocido... Lo mal que lo pasaba cada vez que nos teníamos que mudar. El trabajo nuevo de mis padres y lo triste que habian sido esos meses para mi. Aunque eso sí, estaban como locas por ver todos mis vestidos de alta costura de la tienda donde trabajaba mi mamá como vendedora. Seguidamente fuimos a mi casa y al día siguiente pedimos permiso para ir todas a la ciudad vestidas de alta costura, pasamos un increíble e inolvidable día y fue como una especie de despedida muy divertida. Nos creíamos la crème de la crème francesa e íbamos todas cordinadas en distintos cuadros; fuimos la expectación de toda Segovia...



   Rápidamente pasaron esos quince días que tenían mis padres de vacaciones y no nos quedó otra que volver a París. Esta vez estaba más concienciada en mi partida... Nos despedimos de casi todo el pueblo y los tres con lágrimas en los ojos dijimos adiós a nuestro pueblo encantador.

   Pasados cuatro meses; una tarde de muchísimo frío estaba esperando a mi madre en la puerta de Les Années, terminando de leer "Más allá de la felicidad". Dando vueltas mientras continuaba leyendo esta novela tan bonita, al llegar a la esquina, tropecé con un muchacho de mas o menos mi edad, al mirarle noté una inmensa sensación de tristeza en sus ojos... era muy guapo, de cabello castaño, ojos color miel, y una piel muy fina... El recogió rápidamente mi novela del suelo y me dijo mirándome a los ojos -Désolé- al oír el acento de su -lo siento- en francés; noté que era español ¡cómo yo! -No ha sido nada- le respondí y el me sonrió, es ahí cuando mi corazón empezó a palpitar muy rápido. Tenía la sonrisa más bonita y sincera que había visto en mi vida -¿Española?- me preguntó; le contesté que -sí- con mucho orgullo; después de ese momento, empezamos hablar y hablar sin parar. Desde ese mismo instante nos convertimos en inseparables, teniamos la costumbre de vernos a la misma hora y lugar. Nos llevábamos horas conversando de todas nuestras cosas... Siempre venía muy buen perfumado y aseado, pero muy humilde vestido, acompañado de una mochila de la que no, se separaba nunca. Así pasábamos las tardes desde nuestro primer encuentro, me encantaban todas las historias que me contaba y me hacía mucha gracia la intensidad con la que lo vivía. Esos eran los momentos más bonitos, interesantes y divertidos que había vivido en toda mi vida; se me pasaban las horas volando y lo único que quería es que llegara el día siguiente para volver a estar con el. 
   Una noche llegué a casa a la hora de cenar y mamá estaba loca de contenta. Papá había conseguido un trabajo nuevo de alto salario y ya mamá, no tenía que seguir trabajando, pero la mala noticia para mí era, que nuevamente teníamos que mudarnos. Yo empecé a llorar desesperada porque no quería dejar de ver a Manuel. Me enfadé muchísimo y esa noche me acosté sin cenar. 
Más tarde salí de mi habitación y le pregunte a mamá que cuando nos íbamos. Me dijo que partíriamos a la mañana siguiente, no lo podía creer, ni siquiera tenía la oportunidad de despedirme de Manuel. Esa noche esperé que se durmieran mis padres y me escapé como una loca para ver si lo veía. Las calles estaban solas, era muy tarde, ni siquiera sabía dónde vivía. Me senté desesperada y cansada de caminar, en nuestro sitio de encuentro llorando, derrotada por la impotencia de mi situación. Me volvía loca de solo pensar, que no volvería a ver más a Manuel; ese muchacho de ojos tristes que me robó el corazón y de repente; apareció... me abracé a el desesperadamente, le dije que me tenía que ir a la mañana siguiente, partíamos para Alemania está vez y que no sabía si volvería. De sus ojos salieron lágrimas de dolor; me cogió la cara con ambas manos; regalándome el primer beso de amor. Ese amor que yo sentía por él, era mutuo, pasamos la noche juntos refugiados en un portal de una de las calles parisinas. Fue la noche más bonita de toda mi vida, pero tristemente, llegó la aurora y tuvimos que separar nuestros caminos -No dejaré de buscarte hasta mi último aliento- Yo lloraba y lloraba; el me llenaba de besos y finalmente me acompañó a casa. Ahí fue la última vez que lo vi...



              Sesenta años después

   Al cumplir la mayoría de edad volví a París, para buscar a Manuel; pero nunca lo encontré... 
Después de una vida medianamente feliz, aunque no plena; por no haber podido compartirla con el gran amor de mi vida; y a pesar de haberme casado dos veces, con dos hombres maravillosos; haber tenido dos preciosos hijos, tres hijas bellísimas y siete nietos como siete soles. Yo no era feliz.
Volví a quedarme viuda.
Y fue ahí cuando decidí, pasar mis últimos años de vida en una residencia muy bonita y acogedora que quedaba muy cerca de la casa de mis hijos... Necesitaba reencontrarme conmigo misma y ese era el lugar ideal, con esos jardines tan bonitos donde poder pasear que además justamente en la parte trasera, había dos preciosos almendros, que dejaban ver a lo lejos, el edificio donde pasé la noche más maravillosa de mi vida. Mi hija mayor, Carmen. Me acompañó el primer día y una vez me asignaron la habitación se marchó. Nos despedimos hasta el domingo y ella insistió en si estaba segura, seguidamente le contesté un sí muy acentuado y se marchó. Una vez sola, respiro y miro por la ventana, caen lágrimas de dolor por mi cara, regresé a París por Manuel, me quedé aquí para siempre por él y aquí frente a ese edifico es donde quiero morir... Recordando nuestras tardes de aventuras ingeniosas que ese muchacho de ojos tristes me contaba y me fascinaban tanto, recordando nuestro primer encuentro y esa sonrisa que hizo estallar mi corazón en mil pedazos, ese primer beso de amor verdadero y esa noche maravillosa que he recordado cada día, en estos sesenta años y seguiré recordando hasta el fin de mis días. 
   He querido a mis dos maridos muchísimo, pero no he amado a ninguno. Solo a él, solo a mí Manuel.
   Subí mi maleta encima de la cama para empezar a colocar mis cosas... Al abrir el armario, en la parte superior vi una cajita de madera, muy antigua y bien tallada. La cojí con mucho cuidado ¡esto se le abra quedado olvidado a alguien! -Pensé- Y como yo; moriré siendo muy curiosa, no quise quedarme sin saber que contenía esa caja tan bien tallada. Al abrirla me encontré un botón y una carta sin abrir. Empecé a ponerme nerviosa, tenía tantas ganas de saber que decía esa carta, que creía que me daría algo, me resultaba todo tan misterioso... 
Sin dudarlo más, cogí la carta y la abrí. Al empezar a leer...

"Querida y amada Carmen, esta es la primera vez que te escribo; quiero que sepas que el día 18 de octubre de 1951; fue el mejor y peor día de mi vida. El mejor porque junto a tí, conocí, lo que es el amor. El amor de verdad, el que no se puede romper jamás, desde que tropecé contigo la primera vez el día 6 de septiembre de 1951 supe que te amaría para siempre... Quizás nunca leas esto, pero quiero de alguna manera hacerme recordar siempre; que te encontré de casualidad y aún dentro de mi soledad; me diste los mejores e inolvidables momentos de mi vida, recuerdo que me enamoré de tí cuando me sonreíste, yo estaba inseguro porque no sabía si sería correspondido, eras toda una señorita, bellísima y siempre tan elegantemente vestida, en cambio yo, un humilde muchacho que no tenía nada que ofrecerte. Quiero que sepas que yo vivía en la calle, nunca te lo dije porque me daba vergüenza, no tenía ni techo, ni comida, ni familia... Todo lo que tenía era esa mochila que me acompañaba a todas partes y mi amor por tí. Mis padres emigraron años antes que los tuyos y ambos murieron en un accidente, me quedé completamente solo, sobrevivía más que vivía y nunca me sentí feliz hasta que apareciste tú. Después de marcharme empecé como un desesperado a buscar trabajo; tuve suerte porque encontré a una familia española muy buena y bien posicionada; Don Francisco y Doña Margarita, me ayudaron mucho; yo quería convertirme en alguien importante por ti y ganar dinero para ir a buscarte a Alemania. En tan solo cuatro años y gracias a la oportunidad y formación que me ofreció Don Francisco, me convertí en un hombre importante dentro de su empresa mercantil. Y cuando tuve ahorrado una cantidad importante de dinero fui a buscarte, me recorrí toda Alemania. E Incluso contraté a un detective privado, pero nunca te encontré, no había ninguna Carmen Reina de la Calle por ningún rincón. Mi desesperación aumentaba cada año. Volví a España, te busqué en Segovia, tu tierra; pero tampoco te encontré. A veces pensaba que no existías, que me lo había inventado, que eras producto de mi imaginación o quizás un ángel que Dios me envió para encontrar el camino... Pero en el fondo sabía que era real, que si existías, simplemente que el destino nos había separado, pero mi amor por tí no moría, si no todo lo contrario, revivía, alimentados por esos bonitos recuerdos que vivimos juntos, los mejores de mi vida.
Carmen, nunca quise a otra mujer que no fueras tú, nunca me volví a enamorar, solo de tí lo estaba y aún ahora lo estoy.
Y lo peor; es que mis recuerdos poco a poco se van a ir borrando, porque me han diagnosticado Alzheimer y lo triste no es la enfermedad sino, que no quiero olvidar lo único que me ha mantenido con vida todos estos años, tus recuerdos.  
   Por eso escribo esta carta aunque no la recibas, no pasa nada, es para mí mismo, porque no quiero olvidarte; y la leeré cada día para volver a revivir todos esos maravillosos momentos.
Solo fuiste mía una vez, pero imagínate lo grande que fue nuestro amor, que he podido alimentarme de esa espectacular noche que pasamos juntos toda mi vida.
   Dentro de poco solo me quedará de tí esta carta y este botón de tu chaqueta, que he guardado como oro, todos estos años.
   Eres y siempre serás, el grandísimo y único amor de mi vida. Y aunque no cumplí la promesa que te hice ya que no pude encontrarte. Decirte que la única esperanza que me queda es, volverte a encontrar en la siguiente vida, ahí, cuando tropecemos nuevamente, no dejaré que te marches y por fin, serás mía para siempre."

Firmado: Manuel.




   Las lágrimas continuaban recorriendo mi cara, no podía creer lo que estaba leyendo. Cogí el botón y recordé que era de una de mis chaquetas de la tienda de mamá... Estaba histérica, ¿como había podido llegar esa carta a mis manos? Le dí las gracias a Dios, a la vez que bajé a recepción para preguntar por Manuel Conde Vergara. Le pidí a Dios que no fuera tarde, lloraba bajando en el ascensor, desesperada porque me dijeran dónde estaba mi Manuel y pidiéndole a Dios una vez mas, que no se lo hubiese llevado.
   Afortunadamente me comunicaron,  que estaba en la parte de atrás del jardín, que esa había sido su habitación dos años y que la había cambiado porque en la que está ahora que también da para la parte de atrás; es la que siempre quiso pero estaba ocupada.
Corría y corría como una adolescente y... ahí lo vi, sentado de espaldas a mi y frente a los dos almendros que dan vista a donde todo comenzó. 



   Estaba muy nerviosa y además no podía parar de llorar, respiré hondo, limpié mis lágrimas y me acerqué a él... pero de pronto se levantó y yo tropecé, caí en el banco; me dió la mano y me dijo -Désolé- yo me estremecí al oír después de esos ansiosos sesenta años, nuevamente su voz, lo miré a los ojos; siguía teniendo esa mirada triste, empezaron a caernos lágrimas por la cara y como pude le respondí -no ha sido nada- el me sonrió con los ojos brillantes como dos estrellas en la noche y yo le correspondí; como si no hubiése pasado el tiempo y como si hubiésemos vuelto a 1951 empiezó a palpitarme rápidamente el corazón y volví a enamorarme de su sonrisa... Seguidamente me besó, regalándome nuevamente un beso de amor verdadero.      
 
  Un mes después,nos casamos y vivimos nuestro amor como si tuviéramos esos dieciséis años de cuando nos conocimos, porque lo único que había cambiado eran nuestros cuerpos, ya que nuestras almas seguían siendo las mismas...
   A los dos años, su enfermedad estaba muy avanzaba y había días que no me reconocía, pero yo gustosamente, como si fuese un cuento, le contaba detalladamente toda nuestra historia... Así lo continuaré haciendo hasta mi último aliento. 
Y la mayor recompensa que tengo, es que cada vez que no me recuerda y me ve "por primera vez" se vuelve a enamorar de mí nuevamente... 

FIN











   

5 comentarios:

  1. La Felicidad Es Una Recompensa Que Nos Otorga La Vida. La Cual Pienso( Personal ) Que No Es Ni Una Meta Ni Tan Siquiera Un Fin, La Vida Es Una Labor, Cuyo Factor Principal Es La Constancia!!! Aqui La Vida Fue Justa Y Se Inclinó En Favor Del Amor, Dando Paso Asi, A La Felicidad.Mas De Una Persona Nos Habremos Vistos Reflejados En Algun Momento De La Lectura!!! Gracias Por Todo Lo Que Escribes. Un Saludo!!!!

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    1. Muchas gracias a tí; por leerme y por todas esas palabras tan bonitas ;)
      Un saludo.

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  2. Se Te Echa De Menos, Noemi Fernandez!!!

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  3. Un Buen Dia Me Senté Y Me Dije; Se Acabó!!!, Tal Como Suena. Por Aquel Entonces Trabajaba, Con Una Empresa De Vigilantes Y Yo Estaba Prestando Servicio, En Un Aparcamiento Subterraneo De Tres Plantas, No Me Quiero Ni Acordar Los Veintitantos Dias Que Pasé. Parecia El Muñeco De Las Pilas Alcalinas, No Podia Estar Parado, Una Inquietud, Parececia Que El Corazon Se Me Iba A Salir Del Pecho Y Encima El Habitual Saludo A Los Usuarios Del Aparcamiento, y Emparanoiao, Pensando Que La Gente Notaba Que Algo Me Pasaba!! En Mi Turno Tenia Que Dar Ocho Rondas De Vigilancia, Una Por Hora. Yo Daba Tres Rondas Por Hora, Una A Cada Veinte Minutos, Pense Que Saldria Loco De Allí, Pero No!!! No Salí Loco De Allí, Y Sabes Porque? Porque Yo, Ya No Queria Volver!!! Un Saludo!!!!

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    1. Buena reflexión ¡si señor!
      Gracias por tus comentarios.
      ¡Me encantan!

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